La alheña y velada

La alheña es una planta que puede alcanzar hasta un metro de altura. Son estas hojas las que producen tinturas de color amarillo o rojo. La alheña se usa muy a menudo para las tinturas corporales. Existen diferentes tipos de alheña según las plantas y el lugar de cultivo: Irán, Persa, India Occidental, China, Africa del Norte y del Oeste. Pintada sobre la piel, el matiz de un mismo color difiere de una persona a otra. Esto depende del color y de la acidez de cada piel.

La alheña es un componente mayor en los rituales que marcan la vida de los marroquíes pero sobre todo de las marroquíes. No es sólo el atributo de las mujeres ya que también al niño de sexo masculino se le adornan las manos en una fase crucial de su vida, a saber el momento de la circuncisión. Sin embargo, se trata de un encalado único al contrario de la chica que se someterá a esta ceremonia en diferentes etapas de su vida de mujer.

La planta dicha del paraíso por su color verde y por los beneficios que les son atribuidos desde la noche de los tiempos–incluso a nivel medical-, es el vector de un buen número de símbolos, los cuales son portadores de mensajes o también protectores de las fechorías de la magia, del mal ojo y de los espíritus.

El contacto de la joven chica marroquí con la alheña empieza muy temprano. Primero de niña y luego durante las ceremonias de circuncisión de sus hermanos.

Sin embargo, su uso toma más importancia en la boda, ya que es todo un ritual que se declina inherente al carácter de leyenda, de misticidad y de creencias que han acompañado tanto a esta fiesta como a la planta mágica en el transcurso de los siglos. 
La aleña constituye un instrumento de seducción y un elemento ineludible en el adorno de la novia. Y si en los campos marroquíes la tendencia es siempre la del encalado en las bodas, en las ciudades les importa más el N’Kich. Se dedica toda una velada a la puesta de dibujos. 

Las manos y los pies de la novia se convierten así no sólo en un espacio plástico sino en un campo fértil para la exploración etnológica dada la riqueza de los signos y de las formas.

La alheña está también presente en otras etapas esenciales de la vida de las mujeres: la procreacción y el fin del luto que llevan durante cuatro meses y diez días a raíz de la muerte del marido.

Así cada etapa tiene su propia ceremonia a nivel de la puesta de la alheña. A veces, este ritual traduce el no dicho, especialmente lo inhibido durante las ceremonias de ansia colectiva de la Hadra y Yedba, por ejemplo. Esta planta se da en ofrenda, molida y preparada, por mujeres de todas las edades a los Santos, considerados como provistos de poderes sobrenaturales, con el fin de solicitar su intervención o algún favor suyo.  

La alheña refleja, también, el vínculo entre el patrimonio y la memoria, sus representaciones, sus fuentes de inspiración, y entre él y los componentes soioculturales de la sociedad.

Cualquiera que sea el objetivo de su utilización, la alheña es íntimamente ligada a la historia del ciudadano marroquí. Este último la asume y hace de ella un ámbito de exploración artística en perpetua innovación para adaptarla, cada vez que sea necesario, e incrustarla, igual que otras tradiciones, en la modernidad conservando siempre la escencia de su patrimonio y sus especificidades culturales.


    
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